miércoles, 10 de febrero de 2010

Un buen vendedor

Hoy me levanté temprano, creo que eran como las 10:00 a.m cuando abrí los ojos y decidí salir de la cama enseguida, para muchos tal vez sea tarde, para mi no, dormir es el vicio más añejado que tengo.

En un sábado normal, me hubiera despertado al medio día, para seguir con mi rutina normal; pero hoy era especial.

Una semana atrás me encontré con un antigüo amor, no fue la gran cosa la relación, simplemente no funcionamos y optamos por ser "buenos amigos", claro yo me quedaba con un excelente recuerdo de "algo" que desgraciadamente otras lo disfrutarían.

Hola nena ¿cómo estas?, que milagro verte por aquí- me dijo
Sorprendida y con los ojos desorbitados, sonreí como pendeja, nunca pensé que después de algunos años lo vería en un centro comercial.

¡Hola! bien gracias y ¿qué onda? ¿qué haces aquí?- alcancé a contestar

Nuevamente me sentí más pendeja que de costumbre, era obvio que estaba comprando pero a esas altura lo único que pasaba por mi mente era que llevaba una blusa horrible y que mis zapatos no combinaban con nada.

-la boutique de la esquina es mía, puse un negocio con mi hermano- me dijo
sin nada en la mente se me ocurrió la mayor estupidez que pude haber dicho en ese momento.

¿y tienen servicio a domicilio?- dije maliciosamente

-no linda pero con clientes especiales hacemos excepciones, ¿te gustó algo?- me contesto como el mejor de todos los vendedores

una blusa pero regresaré más tarde- conteste tartamudeando mientras le veía los pectorales que evidenciaban horas de gimnasio invertido.

-Dame tu dirección el modelo de la blusa y ... la talla déjame calculartela, así te la paso dejando a tu depto-

Ni tarda ni perezosa se la anote en un papelito que por suerte traía en la bolsa.

Así es como ese encuentro me hizo que hoy sábado me levantara "temprano".

Sabía que debía hacerme pedicura, manicura y retocarme el tinte, además claro de una mega depilación, pues estos meses de abstinencia me hicieron un poco desidiosa.

Desayuné ligero, quería entrar en ese vestido que tan lindo se me ve, tarde horas en limpiar cada rincón de la casa, en mi inocencia me vi siendo tomada por aquel hombre alto y fuerte, haciendome el amor apasionadamente, no dejaríamos lugar, sin ser usado. ¡Vaya! casi estaba viendo la película porno más sucia que podría imaginar.

Por fin el destino me había hecho justicia, meses sin coger, lamiéndome heridas por un mal amor serían borradas con orgasmos descomunales; el semental que entraría por la puerta era una garantía absoluta, mi libido crecía conforme pasaba el tiempo, las manecillas del reloj me parecían caminar más lento que de costumbre.

Compré proviciones; queso, vino, fruta, todo debía ser perfecto, recordar las noches de pasión vividas con él hacia que el pulso se me aceleraba, pero debía ser ecuánime, dejar que la presa cayera en la trampa para saltar como leona a su presa.

Me preparé completa, sobra decir que la depilación fue lo que más dolió pero nada importaba, porque sabía que debía estar impecable, por las prisas (porque a las mujeres siempre se nos hace tarde) no pude ir al salón así que improvisé y decidí hacerme el manicure y pedicure en casa.

Me quemé los pies, me corte las manos y el barniz no estaba de lo más artístico que digamos pero al menos me serviría para salir del momento, además, tenía pensado que mirara algo más que mi pedicure.



Faltando media hora para su llegada comencé el ritual de vestirme, saqué la lencería más sexy que tengo y me la puse leeentamente, disfrutando saber que el me la quitaría, mmhh no se tal vez !hasta con los dientes! la había guardado para una ocasión especial; el vestido, ¡entro! todo estaba impecable, estaba lista.

Llegó la hora esperada, me senté en la sala a esperarlo, cada minuto que pasaba mi ansiedad crecía más, me preguntaba como se vestiría, que loción usaría, como iniciaría todo. De repente el interfon sonó, era el!, casi de manera instintiva corría a abrirle.



Hola guapa estoy aqui abajo- dijo

sube- le dije mientras me acomodaba el vestido por quinta vez



baja no seas flojita- contestó



Ok voy- conteste un poco desconcertada.

Colgué y baje despacio, haciendome esperar, en esos momentos mi corazón parecía que se iba a salir de lugar, excitada, ansiosa y un poco confundida bajé, miles de ideas pasaron por mi mente,


tal vez me trae flores y me va a sorprender, o quiere recibirme con un gran abrazo- fueron unas de tantas cosas que pasaron por mi mente. De pronto abro la puerta, ahi estaba el semental deseado, guapo, lindo, varoníl, con la mejor de sus sornrisas.



-!Wow que guapa! ¿a donde vas a ir?- me dijo con su cara de pendejo

-A ningun lado, ¿cómo estas?- le dije, mientras le sonreia coquetamente.

-bien nena, te traigo tu blusa- me dijo mientras estiraba la mano para darme una pinche bolsa de plastico con la mendiga blusa adentro.

- no te quedes ahi, pasa- le dije ya un poco molesta por su frialdad a tremendo escote.


-no aqui esta bien, mi hermano esta en el carro- dijo señalando su carro, del cual salio un brazo que me saludo.

En ese momento entendí todo, pero me lo confirmo cuando sutilmente me dijo.

-tu nota esta dentro de la factura- dijo, claro todo esto con la mejor de sus sonrisas "la de un buen vendedor"


Pasmada, con cara de pendeja y tartamudeando dije -si perdón, permíteme voy por mi cartera.

Así, con el animo abajo, el libido perdido y un coraje atravesado, subí por mi cartera para pagar una blusa que !ni quería!


le dí el dinero sin sonrisa, sin invitación y con cierta vergüenza por haber pensado que el pendejo en cuestión (nótese que ya no es el "semental deseado") entendería que la blusa era el pretexto ideal.

-Gracias nena cuando gustes algo más de la boutique esta a tus órdenes- me dijo después de recibir el dinero.
-si, gracias- conteste en un tono ya seco y que claro el ni siquiera tono por la prisa que ahora veía que tenía.
-Bueno me voy, mi hermano me espera para ir a ver el fut, cuidate ¡guapa!.- me dijo antes de despedirse con un simple beso en la mejilla


Derrotada y sintiéndome la mujer más ridícula del mundo por haber dedicado un día completo a transformarme para una charla de no más de 5 minutos, subí a mi departamento.

No sabía si enojarme conmigo por ser tan obvia o con el por ser ¡tan pendejo!,


¿futbol? ¡no mames cabrón!- grite en mi desesperación.


Después de shock y de asimilar tremendo ridículo. termine por hacerme un sandwich con el queso y emborrachándome con el vino mientras veo un capitulo más de sex and de city, ya sin lencería incomoda y en pijama.




Moraleja: No cantes victoria antes de tiempo.



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